martes, 28 de junio de 2016

Y me vuelve a ocupar la madurez....


Hay un día, en que un simple detalle te pone todo en perspectiva, alcanzar madurez emocional es un trabajo que no se acaba nunca, cada etapa de este crecimiento tiene su belleza, pero así mismo cada etapa debe ser superada, no nos podemos enganchar en ninguna pues por muy bella que sea, no se crecería emocionalmente, imagina quedarte enganchado en los 7, cuando todo es asombroso y cada emoción es nueva a la conciencia, o en los 12 donde buscamos la aprobación de nuestro entorno, en los 14 con la rebeldía en su apogeo, en los 18 llenos de ideales, en los 30 donde todo es buscar la seguridad y ni que decir de los hermosos 40, donde reinventarse es el norte, el tema es que por muy hermosa que sea una etapa debe ser superada, conozco gente que a los 30 son rebeldes y a los 40 buscan aprobación al igual que algunos, que llaman “viejos prematuros” a los 20 están buscando seguridad, entrar en una zona de confort y no salir nunca de allí, yo misma he llegado a decir “se imaginan tener 20 con la experiencia de los 40¡¡¡”, eso seria y es (para muchas personas que por alguna circunstancia han vivido una vida acelerada, de verdad a los 20 tienen la experiencia y la aptitud de una persona de 40) una de las peores cosas, pues no veríamos las experiencias correspondientes a esa edad con los ojos adecuados para disfrutar la experiencia, esa es la edad de los amigos incondicionales, de las aventuras sin pensar mucho y un sinfín de experiencias asociadas a la juventud, si piensas como alguien mayor, pensaras que esas aventuras son peligrosas, esos amigos no son tan incondicionales como parecen (y es verdad, no todos lo son pero el maravilloso cristal de los lentes de los  20 años no nos deja ver el interés que hay detrás de algunas amistades, y está bien, ya llegara el tiempo de eso, pero como diría mi abuela “nadie nos quitara lo bailado”). No debemos lamentar el final de una etapa, porque significa que alcanzamos la madurez emocional para pasar a la siguiente, significa que cada vez estamos más a gusto con quienes somos, pues nacemos con la necesidad real de depender de otros y el desarrollo físico y emocional es para alcanzar la independencia y así como aprendemos a caminar, a vestirnos, a comer solos y luego a mantenernos económicamente, a nivel emocional también nos vamos desarrollando y de depender, de asombrarnos, necesitar aprobación, necesitar ser rebeldes, necesitar seguridad, llegaremos a esa etapa donde al fin somos libres emocionalmente, nos aceptamos como somos, no necesitamos la aprobación, sabemos decir un sí y un no con la misma facilidad y principalmente aceptamos que cada quien es como es y no es nuestra culpa si no son exactamente lo que queríamos que fueran, padres, pareja, hijos, amigos a todos les damos la libertad de ser como son pero principalmente nos damos la libertad de ser, sin importarnos que crean o piensen los demás, y saben lo más asombroso, en esa etapa descubriremos a muchas personas que estarán encantadas con lo que somos y gozaremos de su compañía sin obsesiones ni apegos, que esas emociones ya se habrán superado. Aprender a ser tu mismo, a dejar el ego atrás, ese ego que siempre quiere que todo sea como tú quieres que sea, descubrir que cada etapa se debe vivir a plenitud y muy importante, si ya alcanzamos esa madurez, comprender que los demás van a vivir sus etapas y por mucho que los amemos (o queramos controlarlos, que mas hacia allá tira ese supuesto amor) es su vida, es su crecimiento y piénsenlo, quitarles la oportunidad de vivirlo es como poner a un niño en silla de ruedas para que no aprenda a caminar porque “se puede hacer daño”, nada que te hace crecer te puede dañar, te puedes caer y te puede doler, pero no hay daño, hay experiencia y crecimiento, dejar de desear que las cosas sean distintas (uno de los sentimientos más desgastantes que hay por la impotencia que genera) y entender que son exactamente como deben para nuestro crecimiento.

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