domingo, 19 de junio de 2016

Padre ... nos lleva en su corazón.

Padre… ese ser que aporta la mitad de nuestros genes, esa persona, que a diferencia de la madre no nos conoce hasta que nacemos a este plano pero que, si es de los buenos, nos amara sin barreras, esa persona que se convertirá en nuestro primer Súper Héroe, independientemente de que actúe como uno, porque, saben, no todos encuentran el camino para cumplir su rol de padres, rol, que digan lo que digan, todos vamos aprendiendo con la práctica, como reflejo de los nuestros, como antirreflejo también, por experiencias propias, y los mas con un sinfín de libros y teorías que algunas se aplican, otras no. El rol del padre, más que el de la madre, no es tan fácil de cumplir, las mujeres venimos diseñadas por la naturaleza para proteger a la cría, el hombre está diseñado para sembrar la semilla, el hombre es “la abeja” que poliniza y se va, la mujer es el árbol, donde crecerá el fruto y se nutrirá y cuidara hasta que madure y le toque salir de la rama. La civilización, la formación de la sociedad, el transcurrir de la historia fue moldeando la figura del “padre” dentro de un núcleo familiar, ya siendo el que siembra y cuida desde su fortaleza, provee y poco a poco se fueron formando los lazos de filiación que no son innatos en su totalidad en el hombre. No me mal interpreten, no justifico, ni tiene en pleno siglo 21 ninguna justificación la falta de arraigo filial en un hombre, pues estoy hablando de los pininos de la sociedad y solo haciendo la acotación de la falta del “instinto paterno” que mas que algo instalado en el hipotálamo (donde se encuentran todas esas reacciones, emociones y sentimientos que llamamos primigenios) ha sido para el hombre una conducta aprendida y afianzada a lo largo de la historia, Soy madre y no quiero con esto desmerecer para nada el amor y la necesidad de protección que tenemos para con nuestros hijos, que como el amor de madre solo por encima el de Dios. Pero sí, quiero hacer un homenaje especial a esos hombres que a lo largo del crecimiento de la humanidad y de su civilización el amor a sus hijos fue creando el paradigma actual de “padre”, ese que ya no es solo el que engendra y trae el alimento, sino el que da amor, apoyo, compañía, consejos, abrazos. Ese que lucha a diario para darles un hogar seguro a sus hijos. Ese que lo aposto todo a la calidad de la crianza de una familia contra su instinto de regar su semilla y apostar a la “cantidad” sin involucrarse en las vidas de esos hijos, que no me lo van a creer pero acabo de conocer de un padre con 53 hijos… en pleno siglo 21 y no un campesino, sino un profesional. A esos hombres que han colocado a sus hijos por sobre su instinto natural de preservación de su estirpe, a esos que se dedicaron y dedican a dar amor, nadie ha dicho que perfecto, que las madres tampoco lo somos, pero que ha estado allí, y no como una figura distante, mas el esposo que el padre, no a ese, que de verdad siente placer viendo crecer a sus hijos y participando en ese crecimiento, protegiendo no solo física y económicamente sino emocionalmente. A ese padre que aprendió a abrazar, a consolar, a dar consejos, a poyar, a incluso aceptar las decisiones de sus hijos aunque no fueran sus opciones, a ese padre que de verdad ama a esas crías sin haberlas tenido nueve meses dentro de ellos y sin que sea un instinto básico. Para esos hombres que se convirtieron en lo que realmente es un “padre”, mil felicitaciones, en este y en todos los días.

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