domingo, 8 de mayo de 2016

No venimos solos....


Que por qué querer a una madre, primero porque nos deseo con toda su alma y nos espero y acuno en su vientre, porque no nos esperaba, pero en el momento que supo que veníamos su corazón salto de alegría y su ilusión no pudo ser mayor, porque no nos deseaba en ese momento de su vida, pero aun así cuando dimos la sorpresa y se asusto tanto por encima de todas sus circunstancias nos protegió y asustada y todo nos tuvo y en el momento en que nos vio todos sus temores se esfumaron, porque por más que nos deseo y busco la manera de tenernos con su cuerpo no se pudo y nos tuvo con su alma y hasta nos escogió y les aseguro que no con sus ojos sino con el corazón. Muchos creen que se ama a una madre por los abrazos, besos y caricias, no es que no nos gusten, pero amamos a nuestra madre por sus regaños, sus peleas para que hiciéramos más, sus consejos, sus límites a nuestro comportamiento descontrolado de los primeros años (y para algunos de todos sus años). Porque aun si ser madre fuera terminar la carrera, ejercer conocer al hombre ideal, casarse, comprar una bella casa, tener plata en el banco y dos carros, estar en perfecto estado de salud planificar un embarazo y lograrlo inmediatamente, pasar nueve meses donde subimos 5 kilos y ni vómitos ni mareos, todos nacieran en una clínica con una cesárea programada sin complicaciones de ningún tipo y desde que nace el bebe duerme toda la noche y va al baño solo, aun así y sabemos que ni cerca, que alguien al mirarte a los ojos sienta que tu eres su mundo sin importar nada mas, solo por eso, el amor de madre es único. Crecemos y pasan muchas cosas los caminos pueden alejarnos física y emocionalmente de ese ser que nos dio la vida, pero siempre hay retorno en especial porque siempre, siempre, ella nos estará esperando con los brazos abiertos, aunque después venga otro regaño. No importa, la querremos más si es posible. 

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