domingo, 31 de marzo de 2019

Cambio de sexo



“Me voy a cambiar de sexo”, fue el comentario, salió de su boca sin pensarlo de forma consciente, a estas alturas ya estás pensando que quien lo manifestó (primero ya dedujiste que fue un hombre, pero no por las razones que más adelante entenderás, sino porque siempre se piensa en que son “ellos” los que se hacen esos cambios, al igual que ya pensaste que vamos a hablar de identidad sexual, vamos a por el tema, que aunque si fue un hombre, no tuvo nada que ver con su identidad sexual). ¡Henos aquí, ya transcurrido bastante de la cuarta parte del siglo XXI, después de dos guerras mundiales, la revolución industrial, la liberación sexual, la independencia femenina, la globalización, en auge la lucha para la igualdad de derechos y hasta una campaña mundial contra la agresión de género y el común de la sociedad aun siente que los hombres deben ser príncipes azules!

Cansado de tanto peso, simplemente dice  “me voy a cambiar de sexo” y lo puedo entender, el hombre aun es visto como el proveedor de todo el bienestar común, si la mujer produce es “para sus cosas”, si algo se daña, el mercado, la hipoteca, el colegio, la lista no termina y además no tiene “licencia para matar” ósea, ni la excusa de unos días al mes poder salirle a cualquiera con un mal gesto, encerrarse en su cuarto, llorar, ponerse histérico, pegar dos gritos y en serio, hasta matar, ya que el “síndrome menstrual” ha sido usado como alegato legal para justificar tal acción y la defensa ha ganado!. 

Si una mujer es mantenida por un hombre, ese es su deber, nadie critica ni dice nada al respecto, es más que ni las gracias merece, porque socialmente ese es su rol, si una mujer mantiene el hogar, los calificativos para él y para ella son interminables y peor aún, ella, la mujer que por alguna circunstancia y quizás en solo algún periodo de la relación ha sido el sustento del hogar, llega a sentirse mal, a perderle respeto a su pareja y hasta a denigrarlo, solo porque no se están cumpliendo los roles sociales, o porque se acomodan según convengan, quieren ser cenicientas un rato, la madrastra otro.

El artículo de la semana pasada hablaba sobre el culto al falo y este sobre el mito del príncipe azul, ese que rescata damiselas que solo logran ser alguien a través del rescate de amor, donde el príncipe sacrifica hasta su intelecto, que vamos,  la pareja va de compatibilidad incluyendo la intelectual, solo un misógino, o una persona con poca autoestima se sentirá bien acompañado de otra intelectualmente diferente, es un peso enorme el que lleva este príncipe, debe mantener el castillo, no tiene la excusa de las hormonas para salirse con las suyas de vez en cuando, ni pensar en cambiar el rol, porque los calificativos sociales no tienen fin y además, si quiere seguir bien el rol que le pusieron en el cuento, a por la chica poco lista esta que no era capaz de recoger sus cosas y largarse a salvarse ella sola. Así que, si yo fuera el, también querría operarme para pertenecer al “genero débil”. Además voy a endosar una posdata en este artículo de hoy y como mujer, no considero una agresión que un hombre se voltee cuando paso y me diga “adiós guapa” o “de que nube te caíste” o cualquier otra tontería galante, que estas luchas extremistas que acabaron con “te abro la puerta, te cedo el asiento, te doy mi chamarra”- y no por imposición sino porque era parte de la caballerosidad- van a acabar con ese gustico de saberse admirada, ese piropo que te levanta a veces hasta un ánimo caído, no somos iguales, no queremos serlo, lo que queremos es la libertad de expresarnos, la libertad de ser y la eliminación de tanta etiqueta agotadora, a y nosotras también abrir puertas, ceder asientos, prestar chamarras y por que no, decirles un piropo y levantarles el animo.  Isa

2 comentarios:

  1. Muy interesante verlo desde esa óptica... El antimachismo femenino limita a veces la caballerosidad. A veces, abrirle la puerta a una dama, saludar amablemente, es confundido con "ataque" peor aún cachondeo, sadismo o falta de respeto. Entre sociedades modernas Cosmopolitan a pueblos hay mucha diferencia... Fuera interesante ver los piropos, saludos, cortesía del hombre hacia la mujer en los años 50,60 y como era correspondido.

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    1. cuando dejemos de buscar la ifualdad que es imposible entre los generos y busquemos equidad, sera doferente, gracias por leerme y comentar, espero te guste ek nuevo articulo

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